Plantar árboles ¿una iniciativa de impacto real?

Plantar árboles ¿una iniciativa de impacto real?

“Planta un árbol y ayúdanos a reforestar el planeta” 

“Nos comprometemos a plantar árboles a cambio de interacciones en redes sociales” 

“Te regalamos un árbol con cada compra para que lo puedas plantar” 

“Siembra un árbol, siembra vida”

¿Te suena alguna de estas frases? Son slogans reales de empresas que todos conocemos. Seguro que esta situación te suena: una marca que por ser cliente te promete plantar un árbol o desarrollar proyectos de reforestación. Hoy te explicamos si este tipo de acciones son positivas como suenan o, si por el contrario, estamos ante una iniciativa que no es tan sostenible como promete. 

Los puntos a favor

Reforestar es un concepto que identificamos rápidamente con combatir el cambio climático. ¿Por qué?

  • Plantar árboles es de las mejores maneras de absorber el dióxido de carbono (CO2) presente en la atmósfera y transformarlo en oxígeno. Esta sencilla acción que llevan a cabo las plantas, ayuda de manera eficaz a reducir la acumulación de gases de efecto invernadero y, por ende, de frenar el cambio climático. 
  • Los árboles generan un impacto positivo en el medio ambiente, ya que actúan como filtros naturales reduciendo la contaminación de aire y agua, favorecen la salud de nuestros suelos e impulsan la vida de la fauna y flora silvestre. 
  • Es importante recordar que son una fuente de madera y productos forestales.

Hasta aquí todo suena bien. Pero, ¿necesitamos de verdad plantar más árboles? Según 'The Crowther Lab', en el mundo hay capacidad para 6,5 billones de árboles. A día de hoy, existen unos 3,5 billones y cabrían un billón y medio más (sin ocupar tierras destinadas al cultivo). 

Los puntos en contra

Existen expertos en la materia que manifiestan su desacuerdo con las actuales técnicas de reforestación como expone Víctor Resco de Dios,  investigador en Agrotecnia de la Universitat de Lleida, en su artículo  'The Conversation'. Aquí recogemos sus principales argumentos:

  • El crecimiento de los árboles es lento hasta que actúan como limpiadores de la atmósfera.
  • Durante la plantación también se libera CO2.
  • Las plantaciones se realizan, pero después no existe un seguimiento de las mismas debido a los costes de mantenimiento, por lo que se abandonan. Es decir, que el árbol que has plantado es probable que muera más tarde, y el esfuerzo realizado se queda en nada.
  • Tenemos la creencia errónea de que plantando árboles arreglamos el cambio climático y, de esta manera, seguimos emitiendo gases a la atmósfera al mismo ritmo. ¿La prueba de ello? En España, el nivel de reforestación es elevado y, sin embargo, solo capturamos un cuarto de las emisiones realizadas a través de nuestros bosques.

Además, existe una acción muy importante que se debe realizar en numerosas ocasiones y que es la eterna olvidada debido a su coste: el clareo y el empleo de técnicas de ingeniería forestal. Si no se llevan a cabo estas “limpiezas forestales”, las posibilidades de generar megaincendios son muy altas. Ya fuimos testigos de la ola de incendios del verano de 2022 en España, Portugal y Francia. 

Concentrarnos en el objetivo esencial y alcanzable 

No le quitamos valor a la acción de plantar, pero es importante no empezar la casa por el tejado y que enfoquemos bien los esfuerzos que hacemos para lograr el objetivo real a conseguir: cuidar más y mejor de nuestro planeta. 

¿Cómo podemos hacerlo entonces? Reforestar es un método adecuado para ecosistemas que han sufrido pérdidas de biodiversidad, padecen especialmente la erosión o están dañadas debido a la acción del hombre. Tan importante es plantear nuevos bosques a través de la reforestación como cuidar de los que ya existen e impulsar el desarrollo de medidas que fomenten la reducción urgente de emisiones. Como siempre, encontrar el equilibrio es lo principal en las acciones que nos planteamos para cuidar el medioambiente para no caer ni en soluciones fáciles ni en el temido greenwashing.

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