Hvala: la osa que triunfó en el Valle de Arán

Hvala: la osa que triunfó en el Valle de Arán

En la vertiente norte de los Pirineos centrales, se encuentra uno de los mayores tesoros naturales de España. Con sus altas cumbres, bosques frondosos y cascadas, el Valle de Arán recibe cada año miles de visitantes que buscan el contacto con la naturaleza. Tanto es así, que el turismo se ha convertido en el principal motor económico de la zona.

El Valle de Arán fue el primer destino de montaña en recibir la acreditación Biosphere en 2014. Esta puso en valor los esfuerzos en sostenibilidad que se llevan a cabo en el valle, señalando a su naturaleza como uno de los grandes patrimonios del territorio. Sin embargo, no hay mejor acreditación medioambiental que la que le otorga uno de sus habitantes más emblemáticos: el oso pardo.

En 1995 la población de osos en el Pirineo tan solo contaba con cinco ejemplares, la extinción de este emblemático animal era inminente. Por eso, en 1996 un programa Life comenzó a reforzar la población introduciendo osos procedentes de Eslovenia. La primera suelta se llevó a cabo en la parte francesa del Valle de Arán, en Melles.

“Los franceses tuvieron problemas para encontrar municipios que aceptasen que se liberase el oso, tuvieron que jugar entre los sitios buenos para el oso y los municipios que eran más receptivos. Fue un equilibrio entre aspectos biológicos y políticos” explica Iván Afonso, técnico de Medio Natural del Conselh Generau d'Aran.

A pesar de estas sueltas, la población estuvo 15 años en latencia. Nacían crías nuevas pero no tardaban en morir. Sin embargo, la situación comenzó a cambiar cuando en 2006 se liberaron 5 individuos nuevos. Varios de ellos fallecieron, pero hubo una osa llamada Hvala que encontró en el Valle de Aran el lugar idóneo para criar a sus cachorros, haciendo que la población despegara.

“A veces necesitas diez osos para que te salga uno bueno que recupere la población y Hvala fue una de ellas. Ella crió mucho en el Valle de Aran. Era muy buena reproductora y entre ella y sus hijas dieron un empujón”, dice Afonso.

Desde 2006, la población empezó a crecer con un incremento del 11% anual. Ahora ya hay casi 80 osos en el Pirineo, de los cuales unos 15 se detectaron el año pasado en el Valle de Aran. Las osas tienen filopatría, es decir, tienden a quedarse en el lugar donde nacieron. Hvala lleva desaparecida varios años, pero sus hijas han resultado ser tan buenas madres como ella. Por este motivo, el Valle de Arán fue una de las primeras zonas en las que hubo mayor densidad de osos.

Además, en el Valle de Arán se encuentra uno de los hábitats más óptimos para el oso en el Pirineo. Este animal es un excelente escalador y necesita zonas muy abruptas para hibernar. El valle también tiene muy buenas zonas de alimentación, con grandes extensiones de hayedos y robledales donde el oso encuentra refugio. Por último, hay una elevada densidad de ungulados como ciervos, corzos, gamos y rebecos, por lo que hay carroña cuando se mueren.

A pesar del aumento del número de osos en los últimos años en el valle, no se ha producido ningún ataque a los turistas. Las montañas son muy extensas y es extremadamente difícil encontrarse con este plantígrado. Hay aficionados que hacen seguimientos y cuando consiguen ver a un oso se corre la voz y se pueden llegar a juntar más de cien personas en un punto de observación. Pero esto no es lo normal, los avistamientos son raros y es mejor que así sea, para que no se produzcan incidentes.

“La relación del sector turístico con el oso es bipolar”, dice Afonso. “Hay gente que le preocupa que el turista no venga tanto por miedo a salir porque hay osos, pero otra vertiente piensa que el oso le da al Valle de Aran cierta categoría ambiental”.

En otras zonas de España, como Asturias, se fomenta el ecoturismo para ver al oso, pero en el Valle de Arán el enfoque es diferente. Las opciones turísticas son tan amplias y atractivas que no están apostando por este tipo de actividades. El turismo en el valle ya es un éxito y, según Afonso, al oso es mejor dejarlo tranquilo. Lo mejor que podemos hacer por esta especie es dejarle el espacio y paz que parece haber encontrado en el valle.

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