Turismo y sostenibilidad 2026

Turismo y sostenibilidad 2026

El turismo sostenible entra en una nueva etapa. En 2026, la sostenibilidad deja de ser una aspiración para convertirse en un criterio operativo que condiciona la competitividad de destinos y empresas turísticas. Analizamos los principales retos y oportunidades que marcarán el futuro del turismo responsable, desde la movilidad y la adaptación climática hasta la credibilidad, la gestión de flujos y el impacto social, con una mirada práctica alineada con los ODS y los estándares de sostenibilidad.

Retos y oportunidades para destinos y empresas responsables.

Con toda seguridad, 2026 no será un año más para el turismo sostenible. Nos adentramos en una etapa en la que la sostenibilidad deja de ser un relato aspiracional para convertirse en un sistema operativo que condiciona decisiones estratégicas, regula mercados, redefine costes y, sobre todo, determina qué destinos y empresas pueden crecer sin perder legitimidad social.

En Biosphere observamos cómo el sector turístico entra en una fase más exigente. El foco se desplaza desde las promesas hacia los resultados medibles, desde la comunicación hacia la evidencia, y desde el crecimiento cuantitativo hacia la gestión inteligente del impacto. La sostenibilidad turística ya no es un valor añadido, es un criterio de competitividad.

Según el World Travel and Tourism Council (WTTC), el turismo representa alrededor del 7,3 por ciento de las emisiones globales de gases de efecto invernadero. Aunque la intensidad por viajero se ha reducido desde 2019, el volumen total sigue siendo relevante y se encuentra bajo un escrutinio creciente. Iniciativas como la Declaración de Glasgow, que ya supera los 900 firmantes, reflejan que el compromiso se ha generalizado. El verdadero desafío es convertir ese compromiso en ejecución real y financiación suficiente.

En este contexto, repasamos los principales retos y oportunidades que marcarán el turismo sostenible en 2026, con implicaciones prácticas para destinos, alojamientos, operadores y administraciones públicas.

Adaptación climática y resiliencia. El nuevo reto estructural del turismo sostenible.

Si en los últimos años la conversación se ha centrado en descarbonización, 2026 acelera una agenda complementaria y urgente la adaptación climática. Ya no hablamos solo de reducir emisiones, sino de garantizar la viabilidad del destino en términos de agua, energía, salud pública, incendios, biodiversidad y seguridad.

El cambio climático impacta directamente en la experiencia turística, en los calendarios de viaje y en la capacidad operativa de los destinos. En 2026 veremos ajustes de temporada por olas de calor, mayor presión para contar con planes de resiliencia y una mirada más crítica hacia conceptos como turismo regenerativo, que deberán demostrar resultados verificables.

La oportunidad es clara. Los destinos y empresas que inviertan hoy en resiliencia climática protegerán su continuidad económica mañana. En términos turísticos, resiliencia significa estabilidad, reputación y confianza.

Movilidad y carbono. De los compromisos a los costes reales.

La movilidad seguirá siendo uno de los grandes desafíos del turismo sostenible. En Europa, por ejemplo, la entrada en vigor de ReFuelEU Aviation y el incremento progresivo de combustibles sostenibles de aviación empieza a reflejarse en costes y en el diseño de la oferta turística.

En 2026 será más habitual ver productos turísticos que integren tren, transporte público y movilidad suave como parte de la propuesta de valor. La medición de emisiones asociadas al transporte y a la cadena de suministro ganará peso, especialmente para grandes operadores y destinos urbanos.

Aquí surge una oportunidad estratégica. Rediseñar el producto turístico para reducir huella desde el origen resulta más eficaz que compensar a posteriori. Menos promesas y más diseño consciente de la experiencia.

Overtourism y licencia social. Gestionar flujos para conservar el apoyo ciudadano.

La sostenibilidad social será uno de los ejes más visibles del turismo responsable en 2026. Ciudades y destinos frágiles avanzan hacia modelos de gestión activa de flujos mediante reservas, cupos, tasas y regulación del alquiler turístico.

Ejemplos recientes como la regulación de accesos en áreas patrimoniales o la redistribución de visitantes muestran que el debate ha pasado de la teoría a la práctica. El mensaje evoluciona desde atraer visitantes hacia invitar a contribuir al territorio.

Los destinos que demuestren gobernanza basada en datos, reglas claras y comunicación transparente conservarán la confianza de la ciudadanía y atraerán al viajero consciente sin depender del volumen.

Comunicación sostenible como ventaja competitiva.

En 2026 comunicar sostenibilidad será más complejo que hacer sostenibilidad real. La Directiva europea sobre empoderamiento del consumidor para la transición verde (Directiva (UE) 2024/825), endurece el uso de mensajes genéricos y exige evidencia detrás de cualquier afirmación ambiental.

Esto incrementa el riesgo reputacional para quienes utilicen claims vagos, pero también abre una oportunidad para quienes apuestan por certificaciones, métricas y trazabilidad.

En este sentido, en Biosphere trabajamos precisamente para traducir compromisos en acciones verificables, alineadas con criterios ESG y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de Naciones Unidas.

La confianza será el nuevo lujo del turismo responsable.

Reporting ESG y datos. Menos discurso, más indicadores útiles.

Aunque tanto el marco regulatorio europeo, como el que afecta a otros mercados internacionales, se encuentra en revisión, la demanda de información sostenible no desaparece. Se desplaza hacia inversores, grandes compradores y plataformas de distribución.

En 2026 convivirán dos velocidades. Menos obligaciones formales para algunas empresas, pero mayor exigencia a lo largo de la cadena de valor. Las organizaciones que estructuren sus datos ambientales y sociales estarán mejor preparadas tanto para el mercado como para la regulación futura.

Tecnología y sostenibilidad. Eficiencia, experiencia y credibilidad.

La digitalización seguirá siendo un habilitador clave del turismo sostenible. En 2026 se consolidará el uso de tecnología para predecir flujos, optimizar consumos energéticos, mejorar la dispersión de visitantes y personalizar experiencias con menor impacto.

El reto no será innovar, sino demostrar resultados tangibles. La tecnología que reduce costes y emisiones al mismo tiempo será la que marque la diferencia.

Qué deberían priorizar destinos y empresas en 2026.

Para convertir 2026 en una ventaja competitiva, proponemos siete decisiones prácticas:

  • Definir un marco claro de indicadores ambientales y sociales.
  • Rediseñar el producto turístico para reducir impacto desde el origen.
  • Profesionalizar la gestión de la capacidad y los flujos.
  • Asegurar evidencia en la comunicación de sostenibilidad.
  • Prepararse para el coste creciente de la movilidad.
  • Invertir en resiliencia climática y continuidad operativa.
  • Reforzar la gobernanza y el retorno local visible.

Turismo sostenible y ODS. Un marco común para avanzar con coherencia.

El turismo sostenible conecta de forma directa con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de Naciones Unidas. La acción climática, el consumo responsable, el empleo de calidad, las ciudades sostenibles y las alianzas son pilares esenciales del modelo turístico del futuro.

Desde Biosphere creemos que 2026 premiará a quienes gestionen con rigor y no a quienes se limiten a proclamar intenciones. La sostenibilidad ya no es un área aislada. Es el criterio que define cómo se diseña la experiencia turística, cómo se opera, cómo se comunica y cómo se convive con el territorio.

Ese es el camino para un turismo que no solo viaje mejor, sino que deje destinos más fuertes y preparados para el futuro.

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